El día 7 de Noviembre nos llevaron al Hatillo, un precioso pueblo al sur de Caracas, donde pudimos dar una vuelta y visitar tiendas de artesanía local. Después del paseo y la visita, nos dirijmos al hotel para descansar antes del concierto.
El concierto era a las ocho de la noche y el lugar era un sitio privilegiado, la terraza del Centro Asturiano. Desde allí, se tiene una vista inmejorable de la ciudad de Caracas a tus pies, y de noche, con todas sus luces aún se ve más bonita.
En el descanso del concierto, Arnón interpretó unos sets de pasodobles y muñeiras, y contó para el set de jotas con la colaboración estelar de Luis, el presidente del Centro Asturiano, quien no dudó ni un segundo cuando le propusieron la posibilidad de echarles una mano con su acordeón. Todo un personaje y gran acordeonista.
Tras el concierto, llegó el tiempo de relajarse y compartir con todos los socios y los asistentes conversación, chistes, música y como no, canciones. El ambiente vivido durante y tras el concierto fue una de las experiencias más bonitas de nuestro viaje.
La noche acabó en el hórreo del Centro, uno de los lugares más acogedores para degustar un buen ron venezolano. Allí continuamos con nuestras canciones y nuestra música al son de la gaita, el tambor y la acordeón.
A la mañana siguiente subimos al centro temprano para comer. Tras la comida, se oficiaba una misa en memoria de los socios del centro fallecidos durante el año.
El Coro La Flor participó en la eucaristía con sus canciones y Arnón aportó la gaita y el tambor para darle un toque más asturiano.
El día 9 tuvimos la oportunidad de hacer un pequeño tour por el centro de la ciudad donde visitamos la casa natal de Simón Bolívar, libertador de Venezuela, Perú, Colombia, Panamá, Bolivia y Ecuador.
Después nos dirigimos a las montañas donde visitamos una fábrica de cristal, donde nos hicieron una demostración de cómo se hacen figuras de cristal.
En la noche, fuimos al restaurante de una asturiano, Gumer Romano, porruano al que ni el acento ni el carácter asturianos le cambiaron después de los muchos años que lleva en Venezuela.
Nos agasajó con comida típica venezolana y pasamos un rato muy agradabel cantando tonada y escuchando la gaita y el tambor.
Al día siguiente por la mañana, embarcamos rumbo a Miami.
martes, 22 de diciembre de 2009
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